Marcita Libertad es una bruja. La vas a querer, adorar y como todos los que queremos y adoramos a las brujas, también mientras la leas vas a querer usar un hechizo contra ella. Un que te re contra. Welcome to the jungle entonces.



jueves, 2 de septiembre de 2010

El gran Bono y Esther la estilista


Estoy un tanto colapsada, hartada, cansada, mareada y podría continuar con un número significativo de adas. Digamos, que esta climatología invernal, ya a destiempo, no ayuda demasiado. Solo entusiasma a los meteorólogos que, sí amigos! por una vez la pegaron con su pronóstico piedra de cinco días continuados de lluvia.

En medio de este trance iban mi cuerpo y mi almita, en una combi, de las “autorizadas”, desde el conurbano profundo hacia mi hogar cálido. Los viajes siempre tienen algo especial si uno los vive como viajes, sean viajes desde el conurbano, sean viajes con mochila a cuestas, en fin. No me disperso, en ese viajecito conurbanero me despabiló un muchacho desde ignota fm local con un himno que hace mucho cantaba y que por mi parte, hace mucho no oía. El solía ser, allá por los 80, un chico rebelde, con cresta incipiente, chupín oscuro y actitud, sobre todo actitud. Les hablo amiguines del gran Bono, del Bono de ese recital histórico entre las rocas, que cantaba con virulencia y teatralidad justa, el Sunday bloody Sunday.
Debo decir que aquel porte me esclareció en algunas aspectos, en primer lugar, yo no tenía ni idea de que represión me hablaba, pero ante la primera imagen, me di cuenta de que tenía que solidarizarme con su madre irlanda. De todas maneras, aclaro que la perorata no va por este costado políticamente correcto, va por algo que algunos podrán considerar menor pero que no lo es. El posteo chiquis va por el costado estilístico. Y no les hablo de teoría estética, les hablo de estherestilista, la estilista de mi mamá.

Dije recién que Bono me esclareció políticamente pero la luz, la luz verdadera se me hizo cuando vi su corte de pelo: moderno, al viento, práctico, rebelde. Después de esta iluminación profana y con doce añitos me dije frente al espejo: yo quiero tener el mismo corte de Bono.

Hasta ese momento me peinaban cual lady del conurbano norte: prolija, femenina, conservadora. Siempre tuve el pelo lacio-mega lacio y una cantidad a prueba de radiaciones nucleares. En fin, como quería el corte de Bono, le pedí a mi mamá que me llevara a la peluquería. Mi progenitora quiso congraciarse, aceptó el desafío y me condujo con doble turnete a lo de su peluquera, casi una mano derecha para mi mamá, hablo de la señora Esther. Yo creo que si a la señora Esther le decías peluquera te echaba a escobazos de su peluquería. Esther con hache era estilista y recientemente había llegado de un viaje por Paris, un viaje profesional y para probarlo, exhibía las fotografías de sus recorridos y participaciones en congresos de “color y permanente” en las europas. Mi madre no se cortaba con ayudantas, se cortaba con Esther, con quien nunca había tenido una decepción, así que desconté que mi cuero cabelludo estaría en buenas manos.

Bien. Digamos que cuando a la señora Esther le hablé de Bono, pensó que le estaba hablando de un asunto bancario o una golosina. No, no, le retruqué, Bono de iuchu. Me miró con cara de vaca empantanada, inclinó su cabeza y buscó contacto visual con mi madre. Luego de estos lásers volvió a mí, ya no insistí con el nombre porque para qué digamos, entonces intenté una esforzada descripción del peinado con palabras como: cresta -que señora esther derivó hacia las aves de corral- paradito, cortito pero no tanto y lacio pero no todo lacio igual. Imagínense que si ahora me cuesta describir el corte, cómo lo habré hecho a los doce añitos.

La señora Esther me cambió el corte mega power de Bonito por un savage “muy a la moda parisina” con el que lidié por todo el verano. Me acuerdo de que las cuadras que me distanciaron de mi hogar las corrí mientras le gritaba a mi mamá que su peluquera barrial era una asesina de cabellos. Para mi sorpresa el que abrió la puerta fue mi primo que me tiró un: no es para tanto. Así que no es para tanto, soñar con ser estrella de rock y encontrarte con que portas un look cuasi bailantero. En fin. El verano la remé como pude, con una casaca de otro rock star, bobby marley, como para confundir. Y el otoño me trajo un flequillín que valoré mucho y después el lacio lacio fue arreglando los desajustes.

Nunca más volví a confiar en una peluquera que se llamara Esther, en ninguna, y debo decir que desde esa experiencia me prometí buscar con cierto cuidado a quien confiaba mi zona capilar. Los que me conocen sabrán que yo soy fiel a la dentista, al ginecólogo y al peluquero. Y también sabrán que he perdido el hábito de describir cortes. Yo le confío al peluca y después que el peluca se inspire con mi melena profusa. Y en ese campo me la juego y me animo a que tijereteen sin problemas. Quizás porque en alguna neurona remota me quedaron asociados los cortes de pelo soñados con esa figura rebeldona, de un Bono jovencillo gritándole al mundo anglosajón how long must we sing this song, how long…

3 comentarios:

  1. La yegua se llamaba Andrea.Por aquellos tiempos tomaba la comunión. Mi madre preparando todo en mi hogar no tuvo mejor idea que mandarme con mi papa a cortar el pelo. Tenía gran melena león, vaporosaaa, vaporosaaa, por ende usaba pelo largo para que pesara un poco más.Me acuerdo que mi querido papa me depositó en el sillón de reina y...un dedo se hicieron dos, y tres, y cuatro sin piedad..Así nacía el corte CRISTOBAL COLÓN-
    las consecuencias fueron terribles, al otro día tomaba mi primera comunión en estado de pecado mortal, maldiciendo a los santos y apóstoles que se cruzaran en mi camino.. Pocha NO ESTAS SOLA!!!! Todas tuvimos una Esther en nuestras vidas..

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  2. a los 12 yo tambien te YORÉ y te yoré por un corte que pedí desmechadito, con fleco paradito como se usaba y terminé con el famoso corte COMITAS de varoncito, rapadito de los costados y con porra en la parte trasera. Primer año del secundario, con algunos granitos de agné y corte comitas, hubiese querido presentarme con bolsa de papel madera en la cabeza...Las acompaño en el sentimiento.
    La Chiru

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  3. a los 12 tambien, en pleno auge de las permanentes y despues de años de largos rulos, "laly" la coiffure de mi madre me hizo un herrrrmoso corte con flequillo delante y enrulaciones todo alrededor. Cabe decir que mi pelo es mota encrespado total. Cuando ella brushineo, todo bien, pero al primer lavado, se convirtio en un simil tarantini del '78 / maradona del '86 / valderrama del '90 (o sea, muy femenino).
    Por suerte, en algun momento crecio.
    Hoy, le echo formol y formol en compensacion de tantos años de enrulamiento....y esta vuelta hasta me di el lujo de cortarme un flequillo.

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