Marcita Libertad es una bruja. La vas a querer, adorar y como todos los que queremos y adoramos a las brujas, también mientras la leas vas a querer usar un hechizo contra ella. Un que te re contra. Welcome to the jungle entonces.



sábado, 15 de mayo de 2010

Así que soy Betty la fea



Mi papá de chiquita me decía que era linda y debo confesar que tal vez me lo creí un poco. Es más me preguntaba al menos cinco veces por día “pero decime vos, ¿por qué sos tan pero tan linda?”. Está bien, un papá nunca es objetivo –a un escracho le puede decir sin reparos “princesita”- pero mi papá no es de esos, mi papá es de los señores que andan con certezas y que si no las tienen en la palma de la mano, pues prefieren guardase la mano.

Digamos quizás que su perspectiva pseudo objetiva me ayudó a ir por la vida sin rollos estéticos, sin problemas por mi escasa estatura, mi pelo lacio y ojos extra grandes. Pero, más allá de este posicionamiento estético-metafísico, debo confesarles, amigas y amigos de Marcita (hablo en tercera persona como el Diego) que siempre creí que mi as en la manga era la simpatía. Petisita pero inteligente y simpática. Combo aceptable.

Hasta ayer. Ayer alguien me trató de Betty la fea y encima, antipática. No voy a reponer el marco de semejante destilería de veneno porque les amargo el fin de semana. Sólo voy a decirles que pocas veces lidié tan cara a cara con la debilidad y la miseria humana. Pero vamos a lo que importa como decía mi terapeuta favorita: “¿a vos nenita qué te pasó con todo eso?”

Bien, lo de Betty la fea digamos que me indignó. Eso no se le dice a una dama. En realidad no me dijo fea sino que todos preferían a Paris y no a mí, porque ella es tan linda y simpática. A ver señores: ¿acaso estamos en primero inferior? Joder como decía mi abuelita, joder.

Sin embargo, créase o no, como soy una rara avis, eso no fue lo que más me enfureció. Básicamente porque además de no contar con rollos estéticos, nunca le reclamé a la madre naturaleza aquello que no me quiso dar, siempre pensé que para ser bella había que tener onda. Y amigos, yo tengo onda.

Es más, como que lo de Betty la fea, hasta me trae recuerdos lindos de cuando era una desocupada y no me perdía por nada la telenovela colombiana en la que la fiel Beatriz Aurora Pinzón Solano se conquistaba al lindo Armanditomendoza.

Entonces, lo que me enfureció de endeveras, lo que activó la gallegada de todos mis ancestros fue lo de antipática. ¿Antipática yo? Chooo? Es como decirme que soy alta, una imposibilidad de la física. Una distorsión de los sentidos. Una falsedad cósmica. Una invalidez lógica. Cho soy una tipa divina, simpática, chistosa, graciosa y todos los “osas”. Pero por favor, señor, ¿antipática? Si te gané en concurso de verano cuando niña como miss simpatía. No, no, lo de antipática te lo peleó hasta el último round. Como dice la señora, “así no”.

En fin, ultimamente estoy muy josénarosky así que así como le recomendé un refrán a Paris, hoy me voy a autoadministrar una dosis para mí: Marcita, mejor no gastar pólvora en chimangos; al mal tiempo, buena cara; cuando la miseria entra por la puerta, el amor se va por la ventana y finalmente, a otra cosa, mariposa.

viernes, 7 de mayo de 2010

Mi amiga Paris


Ustedes piensan que me puse bohemia. Que de repente me sumergí en la nostalgia y me acordé de París, de mi caripela fría y escamada mirando hacia el pont neuf una noche de invierno. No, nada más alejado, hoy les vengo a hablar de estilo –cual coiffeur de barrio porteño- pero no de estilo europeo, les vengo a monologar de un estilo bien argentino.

Soy amiga de Paris Hilton. Sí, y no soy Nicole Richie, sigo siendo la misma Marcita conurbana de siempre. Paris Hilton vive varias horas de su vida en el conurbano. Y aunque no tiene como mascota un chihuahua de nombre Tinkerbell, puedo dar fe de que los canes la apasionan y de que es más niña que yo, así que seguramente tenga como cinco stickers de Tinkerbell y tal vez también algún llavero.

Paris forma parte del grupo de las guerreras y era una de las que estaba de este lado del mostrador, gota golda mediante. Vos la ves y decís: qué linda damita, qué damita tan elegante, toda una lady, esta niña antes de decir una palabrota se llama al silencio. Al silencio, por favor, cruzátela en un día nublado a Paris, levantale el tonito, vamos … cruzátela un segundo y te hizo engullir y digerir cada una de tus palabras en una fracción de segundos, cual chica bond. Sí, nuestra Paris tiene algo de chica bond con una cruza nacional popular, eso hace que queramos ser su amiga –para que nos defienda de vozarrones intolerantes- y hace que la queramos –por ser tan conurbana.

No se si se acuerdan de un personaje de Pulp Fiction: Winston Wolf. El señor zorro venía a arreglar los desajustes de los matoncitos. Diálogo memorable: I´m Winston Wolf . I solve problems. Entonces Jimmie decía algo así como que bueno, nosotros tenemos un problema. A lo que Winston en su lengua natal que no pienso traducir para que no pierda el encanto de aquel Harvey Keitel contestaba: So I heard. May I come in? Bien, después de esta alocución al estilo niñita que estudia en la universidad del cine, digo: nuestra Paris tiene algo de Winston. En este detalle: no necesariamente viene a limpiar nuestros chanchullos sino que la tipa puede hablar, responder y cortar el rostro con la elegancia de Winston. No se le mueve un capilar del cabello sedoso y perfumado. La tipa te mandó a dar 18 vueltas al hipódromo y acto seguido, giró su rostro y se comió una medialuna. Y eso te hace impecable Paris.

Paris Paris, todas queremos ser como Paris. Alguna vez, una sabia me dijo, cuando me estaba enfrentando a una situación algo compleja: vos tenés que ser como un avión: subir subir y subir. Sabés por qué? Porque vos seguís subiendo y las ratas se mueren. Final trágico para los roedores, no? Así que te hago la gran josénaroski y te termino con algunos refranes, vos fijate el que te llega: lo barato sale caro (siempre me lo dice mi viejo); lo que es moda no incomoda (?), loro viejo no aprende a hablar (si, si, seguramente nos estamos imaginando a la misma), más vale maña que fuerza y por último, porque encontré una página en internet con 832 refranes: ni están todos los que son, ni son todos los que están. Vos fijate.

lunes, 3 de mayo de 2010

Las guerreras

Hoy no tengo un minuto ni dos. Sin embargo, siento que tengo que escribir algo, aunque sea escueto sobre “las guerreras”.

Soy amiga de las guerreras, es más, podría decir que soy una de ellas. Es verdad, el nombre “guerreras” da medio “amazonas”, y podríamos imaginar que algún malintencionado hasta podría confundirlo con un grupete medio grasa. Pero no señores y señoritas, lo único grasa de estas muchachas está en las medialunas de grasa que de tanto en tanto ingieren para reafirmar que la vida nos da regalos placenteros como una medialuna de grasa a las 9 de la mañana.

Lo de “guerreras” parece de modé en estas épocas, tan faltas de trajines y de lucha. Pero sin derrapar en un regodeo setentista, yo creo que tanto en el chisme como en lo importante de la vida, lo de guerreras las convoca.

Nunca había prestado atención a lo que nos nucleaba. Es más, siempre me había parecido interesante vernos en la diversidad, en los matices que hacen que cada una aporte su barrio, su historia, su perspectiva ideológica, familiar, los amores y desamores transitados. Hasta que el otro día, viernes 18 pm las descubrí.

El escenario era raro: acto de cierre de campaña. Cualquier acto de cierre de cualquier campaña a año 2010 es raro. Con una de las guerreras estábamos de un lado del mostrador: sudando la gota gollllda, mirando para todos los frentes como búhos giratorios, respirando de vez en cuando. En fin, hasta las manos. Fue entonces cuando vi al resto de las guerreras en una fila, sentaditas prolijamente como aquellas tías que vestían puntilla y traían regalos los domingos, expectantes, seguramente haciendo más de un comentario por minuto, pero ahí, firmes junto al pueblo como Crónica TV. Y fue en ese momento en el que se me ocurrió que todas las guerreras tenían familias, amores, responsabilidades, seguramente vicios también que las esperaban después de las 18 pm de un día viernes.

Pero sin embargo, las guerreras estaban ahí. Y digirieron con entusiasmo el discurso 1, el discurso 2, el discurso 2 bis y el discurso 3. Y cuando todo terminó tuvieron la gracia de venir a saludar y a felicitar a las otras guerreras.

Así que, amigas guerreras debo confesar que el día viernes a las 18 pm me sentí tan contenta al verlas como cuando chusmeaba desde el telón en un acto escolar y encontraba la cara de mi mamá. Por eso y tanto más, se los agradezco.