Marcita Libertad es una bruja. La vas a querer, adorar y como todos los que queremos y adoramos a las brujas, también mientras la leas vas a querer usar un hechizo contra ella. Un que te re contra. Welcome to the jungle entonces.



miércoles, 24 de febrero de 2010

tenía que escribir sobre venezia


Tenía que escribir sobre Venezia por varios motivos. Viajé a Venezia dos veces por motivos totalmente distintos. La primera vez fui con mi mochilita a cuestas. Pleno invierno. Todo me fascinó, me quedé apenas una tarde pero juré solemnemente volver y pasar al menos, una noche. Me comprometí a todo lo que una se puede comprometer en Venezia: a llegar del brazo del amor de mi vida, bañadita y con mi mejor vestido –en ese entonces portaba unos jeans agujereados bastante impresentables- a comprar una máscara medieval, a entonar una opereta en la sanmarco y hasta a aprender nadar –por si hacía falta.

Volví más de una década después. No hacía frío, creo que incluso llegué en uno de los días más calurosos de Venezia. Por suerte todo brillaba: la góndola, el gondoliere, las cámaras de los japoneses, las cúpulas de la sanmarco, el agua, la gaviota perdida. Me quedé seis días: cero romance, mi marido se quedó en la capital urbana tratando de sostener y recrear la cotidianeidad familiar lo mejor posible. Trabajé en Venezia. Cualquiera puede pensar que soy una top model, que fui a hacer fotos de la temporada venidera de bikinis. Pero nada más alejado. Fui a trabajar ... pero igual este no es eje de estas líneas. De lo que quiero hablar es de la vida en Venezia. Puedo, aunque me tilden de exagerada, decir que capté en algún momento fugaz, el corazón de Venezia.

Venezia es una ciudad mágica pero hostil. Los turistas literalmente rebalsan. Los venezianos mastican un dialecto de difícil digestión y realmente creo que desde el siglo XV perdieron cualquier intención de comunicarse con cualquier extranjero. Todo el tiempo te estás perdiendo. Hay escaleras que suben y bajan, puentes que se cruzan, se chocan, suben y bajan. Nunca sabés realmente si estás de este lado de la orilla, o del otro. Hay pocas mascotas, pocos niños, casi ninguna plaza. Cero teléfonos públicos. Mucha iglesia medieval con reliquia de santo o mártir desconocido.

Hasta acá, cualquiera notaría cierto malestar, pero mi tono francamente no es el de queja. Repito: Venezia es una ciudad mágica. Cuando llegamos a Venezia, mi compañera de viaje cantó dulcemente una canzoneta sobre santaluchia. Eso me emocionó porque me imaginé su niñez italiana y a la vez, porque me di cuenta de que nos estábamos transformando en “viajeras”. Una es viajera cuando empieza a ser un poco impune, por ejemplo cuando entona –como en mi caso, claro- una canzoneta sobre santaluchia con información nula sobre la santa y escasísima sobre el idioma en el que está escrita la canción. Cambié vestido por babucha, nunca aprendí a nadar, si un japonés por descuido me arrojaba al mar en una estación de vaporeto, como que no la contaba, las máscaras me daban pesadillas (believe it) y la opereta te la debo para cuando reabran el Colón.

Venezia es calurosa pero cuando se apaga el sol, aunque a las 3 de la tarde el termómetro haya superado 35º grados, el mar y su brisa gelata te llevan puesta. Crees que teniendo un mapa con calles y puntos turísticos claves sos gardelylepera, pero rápidamente te das cuenta de que estás más perdida que gnomo en el jardín de los senderos que se bifurcan. Venezia ubica de un sacudón a cualquier turista y sólo sobreviven a ella los viajeros. Cuando cae la noche, no hay mapa, no hay idioma común, no hay centro comercial, no hay taxis, no hay teléfonos, ni que hablar de "internete". Es entonces cuando, como en el truco: o pedís retruco, o te vas al mazo.
Por eso merece mi respeto. Porque no quiere hacerse la amiguita. Porque aunque te venda el espíritu del romanticismo medieval, el mar con su ir y venir constante y su leve rugido nocturno, te hacen notar que no tenés que bajar la guardia, porque básicamente, el mar siempre es mar y nosotros no somos precisamente marcopolo.
Venezia es mágica porque cuando te perdés entre callejuelas de escaso metro de ancho, de repente te sorprende una cueva donde comés los mejores spaghettis a la pomodoro de tu vida. Y cuando te seguís perdiendo, empezás a adquirir un instinto que te convierte en johnlocke. Y es en ese momento, justito justito, en el que empezás a sentir un orgullo que nunca te podrán despertar las urbes ni las metrópolis. Porque sin celular ni gps, sin televisión con cable, sin familia, solas en callejas finitas, mudas y solitarias, mi amiga viajera y yo descubrimos que habíamos descubierto el mejor camino para llegar de la sanmarco al rialto en el despertar de la madrugada. Y en ese trayecto, domamos puentes, saludamos a fantasmas y hasta cantamos en italiano.

viernes, 19 de febrero de 2010

miabuela

A veces el tono baja, porque quizás haya demasiado ruido, o porque la vida te sorprende con una inundación y vos, del otro lado. Será la lluvia, o el ambiente plomizo y gris. En este día, en estos días, extraño a mi abuela.
Miabuela es uno de los seres más maravillosos de todas las constelaciones. Siempre hablaré en presente, porque está tan cerquita que me da fiaca nombrarla en pasado. De hecho, más allá de este precioso ejemplar, el mundo del abuelaje es un mundo maravilloso. Creo incluso, que algunas personas pueden volverse mejores a partir de su incorporación a esta comuna. O simplemente, pueden transformarse en buena gente. Este no es el caso de miabuela, quien ya era bastante buena y que, a partir del abuelaje, a lo sumo ganó millas para conocer más rápido a Michael Landon en el cielo.

¿Por qué un abuelo o abuela se vuelve un ser trascendente? No se tata de que los abuelos promuevan caprichos o consientan con total discrecionalidad. En algunos casos, uno puede disfrutar de esa impunidad, de esos privilegios, pero ese no es el eje. Los abuelos te invitan a vivir en una especie de aleph, un punto imposible que cruza con precisión el pasado y el futuro. Los abuelos te sacan de la cotidianeidad, de la pesadez de la rutina, de las tareas, de la cara de la señorita, del temor del domingo por la noche, de los retos, de los te falta y te conducen a un lugar mágico. Miabuela era mágica porque en un instante podía reponer en mis oídos el buenos aires de 1930 y a la vez, hacía que cualquier mundo, cualquier futuro con ella fuera posible.

Creo firmemente que uno tiene que aprovechar todos los instantes posibles con los abuelos, que cuando ya no están, hay que atesorarlos con verdadera pasión. Que una tiene que tomar mucha sopa y crecer para ser abuela. Y cuando ese momento glorioso llegue, no escatimar tostadas con dulce, saquitos de lana, días de lluvia, castillos de arena, cuentos más extensos que las mil y una noches. Porque siempre siempre siempre, estén cultivando rabanitos desde abajo, o estén alumbrándonos desde arriba, habrá un nieto, una nieta, mil nietos que reirán a carcajadas en una noche de lluvia e inundación acordándose de su chiste más tonto, de su reto inverosímil y volverán a saborear para sus adentros la chocolatada perfecta en el perfecto vaso de kitty. Todo valió la pena.

lunes, 15 de febrero de 2010

madresjardineras

Miamigachiru lo pide y como que no me puedo resistir. Tira temas y yo, cual obrera de la construcción agarro pala, miro fijo a la mezcladora de cemento, me tomo mi horita de almuerzo y me pongo a laburar.
Debo confesar que no sé si estoy a la altura de las circunstancias, básicamente por falta de información. Nunca fui una madrejardinera tipo. Al contrario, soy de las culposas, de las que llevan a la nena al jardín siempre justito con el tiempo, acalorada, con gafas verdes -que las seños observan con cierta desconfianza y no hago demasiados comentarios. En realidad me pasan cosas, no sé bien a quién saludar y a quién no saludar. Primero porque soy miope y a veces me cuesta identificar rostros. Segundo, porque dudo como un emo, no me acuerdo de los nombres, me parece que todas las madres son básicamente la misma, se visten igual (calza o joggineta por el fresco), hablan igual (agazapadas en el pasillito, medio de cote y usan palabras como el nene, la nena, a mí no me hace esto, a mí lo otro) y ahí vamos: al rol de las madresjardineras.

Hay varios tipos:
Las “conozco a todos”: su destino siempre fue ser oreja, se saben el nombre y sobrenombre de la directora antes de la inscripción misma. Es más, manejan varios nombres de madresjardineras en la primera reunión, mientras una apenas puede recurrir al “mami” con el que nos llaman indefectiblemente las maestras a todas. Son un bajón, hacen que las reuniones de media horita, te duren hora y media. Hay algo que una no lo dice cuando debe por prudencia o cobardía pero que no lo podemos callar más: a nadie le importa que tu nene no deje el chupete, que haga caca floja o que no se quiera bañar.

Segundo tipo: “la madre/o padre potus”: es una madre o padre poco efusivo pero que está, siempre está. En general, no molesta en las reuniones pero vamos a ser francos, tampoco es muy colaborativa/o cuando las seños te tiran una consigna grupal al estilo: “hagan un dinosaurio de metro y medio y pónganle un nombre” ... y hay que remarla. En estos casos, el problema se localiza no en la institución educativa sino en los cumpleaños. Perdón pero debo abrir paréntesis: una cosa es que los niños tengan 2 añitos, anden en pañales, se hagan popo encima y extrañen a la mami. Está bien, digamos que tienen 3 años, ya no se hacen encima pero tienen pocas experiencias como niños cumpleañeros, pero cuando ya tienen cuatro o cinco, hay necesidad de que los padres se queden en los cumples cual estatua viviente en peatonal-día-domingo??? Se convierten en una familia paralela, una familia que una no conoce mucho pero que está ahí. Y una empieza a hacerse preguntas del estilo: al señor de jean por los hombros y a la señora de voz finita le gustarán las empanaditas de carne cortadas a cuchillo?

“La madre participativa”: la queremos, las quiero. Porque cuando la seño busca que alguien rompa el hielo, que pase y cante como rafaelacarrá con la peluca de stephanie, ellas alegres y vigorosas acceden y nos salvan a todas de atravesar ese momento. Son las que se ponen las pilas con los regalos en los cumples, con el día de la maestría, el día del ayudante de cocina y demás. No hay que confundir con las del tipo "conozco a todos" porque en este caso, el destacarse no es por exhibicionismo sino por militancia. Son las progresistas del jardín. Si tuvieran un boletín les pondría con mi letra caligráfica: “continúe así mami”.

“Grupo bajón”: no es nombre de grupo de cumbia sino una tipología sociológica. El grupo bajón te cuenta detalles de su vida gris sin que una lo pida. Una está ahí, en el pasillo con quince personas que se disputan por entrar primero a un monoambiente a sacar una foto de la niña vestida como damita antigua y ellas te hacen catarsis. Y una, apenas hace algunas muecas. Te tiran mala onda, son capaces de hablar mal de un niño de dos años que acaba de perder a su mascota. Si las “conozco a todos” irritan, estas directamente ofuscan. Hay que huirles como a la “lu` mala mesma”. Cuando combinan cierta dosis de las dos, directamente son letales.

En fin, seguramente hay más variedad pero como yo estoy en el grupete “las mamis larva” que de a ratos quieren ser participativas, no me puedo explayar mucho más. Si tenés 27 años y acabás de leer esta esquela y decís: “qué bueno haber pasado el 14 de febrero leyendo un libro en el jardín japonés y tener como mascota a un gato siamés” a ver… está bien, pero esta fauna tiene su encanto, o por lo menos ciertas especies de este ecosistema. Porque entre tanta diversidad, una encuentra a la “madremalabarista” que pide salir del trabajo a las 15:18 para llegar a la reunión de las 16:23, al padre “no se bien de qué se trata pero le pongo la mejor” y una encuentra vidas complejas, difíciles, alegres, luchadoras, esperanzadas y como dice mi sabia amiga chiru, a quién conocí en la adaptación de salita de dos aunque somos dos inadaptadas: “y nos vamos conformando con lo que tenemos”.

jueves, 11 de febrero de 2010

mi amigachiru

Mi amigachiru no tiene blog. Pero yo creo firmemente, como el yogurt firme, que merece sus 5 minutos en el estrellato bloggero. Básicamente porque nos merecemos esos cinco minutos después del cafecito o antes del mate laboral para leer sus hazañas. Así que sin más preámbulos y con autorización ante escribana de la susodicha, copio un fragmento de su mail mañanero. Que lo disfruten.


Regresaba de mi trabajo por defensa y chile, agobiante día, la ciudad un horno que marcaba ST 39º, transpirando el bozo a mas no poder,
cuando veo a dos mujeronas, de 1.76 m c/u aprox. CON BOTAS, JEAN, CAMPERA, BUFANDA TEJIDA, y noto que en la campera tenían de esos ganchos manitos” como para hacerlas mas ceñiditas. Aceleré el paso con espanto, para poder pasarlas, y verles la cara de desubicadas como chorizo en ensalada de fruta.
Pensé estas le pifiaron al hemisferio… Cuando veo que las venía siguiendo un hombre con cámara en mano, sisi, producción OTOÑO INVIERNO”, pero dejate de joder. Pedazó de misógino! no les podes hacer eso, las paraba al sol y les pedía poses, el makillage de las jovenzuelas, a esa altura, era THE MASK, pegajoso se veía, el asunto..
ASÍ QUE NORMITA, PENSÉ EN MI AIRE ACONDICIONADO, MI TRABAJO TRANQUILINO FRENTE A LA COMPU, y me dije, no está tan mal, medir 1.60 y tener el Kulo ancho en esta vida.
Y nos vamos conformando con lo que tenemos…

martes, 9 de febrero de 2010

bien, soy sonámbula

Todo empezó hace mucho tiempo. Mi hermana -quien no era una fuente muy confiable en mi niñez, básicamente porque dedicaba gran parte de su jornada a engañarme- me lo planteó una mañana. Tenés un problemita. La miré como sospechando varias alternativas: problemita por tonta, problemita por ser la menor, problemita por ser la menos parecida al clan pero no, se trataba de un verdadero escollo, de una rareza real. Me miré al espejo y ahí, en el costado derecho de la caripela encontré rápidamente la marca inolvidable del marco de la puerta de hierro del living comedor. Diagnóstico como dice el Dr. Hibbert en los simpsons: sonámbula.

Vamos a los hechos: ser sonámbula quiere decir hablar con gente estando dormida. Caminar por la casa estando dormida. Pararse y mirar directamente a la nada estando dormida. Wikipedia dice: "El sonambulismo se produce durante las fases 3 o 4 del sueño, es decir, la etapa denominada sueño lento o sueño de ondas lentas". OK, hasta ahora no me dice mucho. "Es más frecuente en niños y adolescentes". Es verdad, empecé como a los 8 años pero digamos que de adolescente solo me queda mi amor por Erasure. "Por lo general, los episodios son aislados, aunque pueden tener un carácter recidivante en el 1 al 6 por ciento de los pacientes". Bien, confirmo que estoy entre el 1 y 6%, eso nos dice algo? "Su causa es desconocida y no existe ningún tratamiento eficaz". Cagué.

No me importa, soy negadora. Qué mal hacemos los sonámbulos ? "Actividades como comer, bañarse, orinar, vestirse, o incluso manejar autos, silbar, y cometer asesinatos han sido reportadas o afirmadas que han sucedido durante el sonambulismo". Ahí hay una veta, esa es buena: soy sonambulita, sino preguntale a mi tía Pocha que me encontraba caminando por la casa cuando me invitaba a quedarme a dormir. Ahora silbar?

Pero vamos a lo que me interesa de todo esto: cómo lidiar con los sonámbulos, esto se traduce en: qué hacer conmigo cuando me invitás a tu casa y me ves girando cual disco de pasta.

Aconsejo varias alternativas: preguntarme directamente: qué hacés? a veces el hechizo se neutraliza porque una es sonámbula pero tiene sentido común. Hace tres días de hecho, parada cual Carrie al lado de la cama, mi marido, a quien miraba sonámbula me pregunto exactamente eso: qué hacés?? y yo respondí, después de darme cuenta de que estaba haciendo nada: "nada".
Consejo dos: mantener conversaciones desopilantes con el sonámbulo/a y después claro, compartirlas al otro día para que, como decía la Señorita Elba "nos reiamos todos".
Tres: prepararnos una cenita, postre o piscolabis porque ya que los sonámbulos hacemos el esfuerzo de levantarnos en medio de la noche, que sirva para algo más que silbar cual jilguero entusiasmado.
Cuatro: mirar con nosotros la temporada 5 de Lost y hacer que la expliquemos.

Yo creo que estamos desperdiciando a los sonámbulos. Que como la superficie de la luna, algún día les vamos a dar una sorpresa. Que quizás un aullido en medio de la noche va a juntar a la comunidad de sonámbulos y agarrate catalina.

Pero bueno, mientras nos convirtamos en la 8 potencia mundial, si se copan, nos agarran del bracito y mientras nos cantan un arrorrominiña, nos llevan despacito hasta la cama?

miércoles, 3 de febrero de 2010

Yo desentono, tú definitivamente desentonas

Hoy la mañana me recibió con un "vos desentonás". En realidad ese vos se refería directamente a mi escritura.
Mi escritura siempre desentona: cuando escribo textos académicos, cuando repito hasta el cansancio textos burocráticos. El problema de estos últimos es mi uso liberal de las comas. Pareciera que poner comas da poco burocrático. Que los burócratas sólo podemos leer frases cortas, oraciones unimembres, órdenes contundentes y austeras estéticamente. El burócrata es un minimalista sin onda. Pero no va por allí la discusión de hoy.
El texto de hoy era un texto académico. Y mi desubicación, mi desentonar era porque mi texto era demasiado filosófico. Frente a tal comentario pensé: acaso esperaban algo no filosófico de alguien que precisamente estudió filosofía?
Bien, no importa, el punto es: debería molestarnos el desentonar? el ser raritos, aunque sea de a ratos? seguramente si estás en american idol, el desentonar no es lo mejor que te podría pasar, pero dentro del espíritu de las academias, cuál es la apuesta? cuál es la pérdida? cuál es la angustia del desentone? no lo sé amigos, como dice Olivia: regla de la vida número 324: tiene onda el desentonar, sobre todo cuando estás paradita en un campo de vejetes amargados.

lunes, 1 de febrero de 2010

CONURBANO PROFUNDO

Nunca el lunes es un día especial. Básicamente y por definición es un día choto. Lunes de 40 grados de térmica es día re choto. Pero bueno, apechugamos y nos adentramos en el conurbano profundo.
Este lunes en particular fue una serie de eventos desafortunados que relataré, un poco por catarsis y un poco por principismo: me comprometí a describir el conurbano profundo.


Primeras horas laborables: si las primeras horas vienen de bajón, la señal de los astros es clara: el día se nos va a pique. Porque en las primeras horas una espera dispersión, mate, biscochito don satur, comentarios insignificantes para cualquiera pero fundamentales para nosotras.
Llego entonces: malhumor generalizado: el puente alsina cerrado, el bajoanivel también: ergo, mis compañeros atravesaron con treinta y pico grados de térmica la profundidad del conurbano que los depositó, después de un retraso de 40 minutos/horita, en el laburo. Jefe incluido.

Segundo obstáculo: mi amiga Chiru, mi fiel amiga que me acompaña todas las mañanas con mails jocosos, sigue sin internet.
Pero hasta acá, remontaba la mañana leyendo blogs desconocidos, rememorando el fresquito efímero del fin de semana post lluviecita y tal.

Entonces cayó el diluvio universal.
Lito, vamos a llamarlo hoy Lito, el chico que nos traía todos los días la tarta de zapallitos y/o verdura no va a venir más. Cuando la semana pasada le preguntamos al extraño que nos depositó el pedido y dijo: "4.50" a secas, nos respondió que Lito estaba de vacaciones. Bien por Lito dijimos, por fin unas vacaciones, se lo merece che. Quiero determe un segundo en Lito porque Lito como los chicos buenaonda que te traen el almuerzo son claves en nuestra existencia cotidiana y merecen nuestra atención. Por qué?
En particular con temita comida yo soy un cuelgue: me olvido, no reacciono hasta que por enésima vez alguien me dice: Marcita, te copas y venís a comer. Entonces lo veía a Lito, cual cartel de neón con 53 tartas para repartir, haciendo malabares y sonriendo a su clientela y le decía: Ah Lito, me olvidé de llamarrrrrrr, te copás y me traés una tartita y una cocucha de vidrio común y Lito -el muchacho buenaonda- me respondía: Pero claro.
Lito era el acceso directo al paraíso laboral, el salvoconducto: te daba la entrada a ese momento confuso pero nutritivo del almuerzo con las compañeras. El momento en el que dejábamos de atender al mundo exterior y cual tachero en barsucho capitalino, conversábamos de las cuestiones importantes de la vida.
Bien, pero Lito ya no `ta. Hoy nos enteramos que las vacaciones de Lito van a ser un tanto largas. Lito recibió 5 cuchilladas por la espalda, a traición. Fue un crimen pasional, un ex de la actual, nos dijeron. No quisimos indagar mucho más porque tampoco somos corresponsales de la revista Esto! No podemos olvidarnos de la carucha simpaticona de Lito. De su ir y venir con las 53 tartas. De su está todo bien permanente. Nos enteramos justito en el momento del almuerzo, que hoy fue como un caminar peregrino por el desierto. Seguramente intentaremos encariñarnos con el chico "4.50" y él con nosotras. Pero bueno, Lito ha sido Lito y merece su lugar en el altar cumbianchero de nuestro conurbano profundo.